BBVA Research: reducir "artificialmente" la jornada de trabajo puede "lastrar la creación de empleo"

El director de Análisis Económico de BBVA Research, Rafael Doménech, ha advertido que "reducir artificialmente" la jornada de trabajo sin que se esté produciendo un aumento de la productividad puede "lastrar" la creación de empleo.

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En un encuentro organizado por Deusto Bussiness Alumni en colaboración con BBVA, Doménech ha ofrecido la conferencia "Perspectivas Económicas 2025: Retos y Oportunidades en un Entorno Global Cambiante".

En su intervención, ha señalado que España está creciendo mucho de una manera "muy extensiva", básicamente con la creación de empleo pero sin ganancias de productividad.

"Y el símil que me gusta poner, España, si fuera un avión, es un avión que está volando mucho más alto y mucho más rápido que los países europeos, pero lo estamos haciendo con un motor, que es el de la creación de empleo. El de la productividad todavía no lo hemos encendido", ha remarcado.

Ello a su juicio, es "una oportunidad" y también un "reto" y cree que hace falta activarlo. "Imaginaros lo que podría estar creciendo la economía española si se dieran las condiciones, si fomentamos las condiciones para encender ese motor de la productividad", ha apuntado.

LA REDUCCIÓN DE JORNADA

Cuestionado por el impacto que podría tener la reducción de jornada laboral planteada por el Gobierno central en la productividad, Doménech ha explicado que, históricamente, se ha visto que, a medida que mejora la productividad", esas ganancias de productividad pasan a salarios, los salarios aumentan la renta de los trabajadores y a "mayor renta tenemos una mayor capacidad de consumo".

"Consumimos más bienes, consumimos más servicios y queremos consumir también más ocio. Entonces, a medida que aumenta la productividad, queremos que una parte de las ganancias de productividad vayan a salarios y otra parte de la productividad vaya a reducciones de la jornada", ha asegurado.

Rafael Doménech ha dicho que eso es lo que ha ocurrido "históricamente" y, si se analizan los países de la OCDE, se ve que "a mayor productividad por hora trabajada, se trabajan menos horas y las jornadas de trabajo son más cortas". Ha añadido que solo EEUU es algo "atípico" porque "para la productividad que tiene, trabaja más horas que el resto de países".

El responsable de BBVA Research ha señalado que, hasta ahora, eso "ha estado funcionando" y se ha dejado que sea la negociación colectiva entre empresa y sindicatos donde se acuerde, de manera que "en aquellas empresas en las que la productividad aumenta más, decidirán que una parte vaya a salarios y otra a reducción de jornada de trabajo".

"Y esto genera incentivos también para que los factores productivos se reasignen, de una manera más eficiente, a lo largo de la economía, porque cualquier persona trabajadora dirá, si a mi en tal empresa me pagan más y las jornadas de trabajo son más cortas, me voy allí, y esa empresa lo hará porque será capaz de sacar mayor productividad de ese puesto de trabajo", ha agregado.

Sin embargo, ha advertido de que, si se la da "la vuelta" y, "en lugar de poner los bueyes delante del carro, se ponen detrás", ya "no funciona".

Doménech ha manifestado que, si se establece una regulación en este tema, sin que se esté produciendo una aumento de la productividad, se da un "shock de oferta negativo", como los aranceles.

Ha advertido que ello provoca un aumento del coste laboral unitario, porque la jornada de trabajo, "tal y como está diseñada, es pagar lo mismo trabajando menos". Por lo tanto, cree que la única manera que tienen las empresas de "contrarrestarlo es aumentando artificialmente la productividad" para hacer frente a ese aumento del coste laboral unitario y centrarse en aquellas actividades en las que son más productivas, "eliminando todo aquel empleo que es menos productivo" y que "ya no es rentable ante ese aumento del coste laboral unitario".

Por lo tanto, ha indicado que se puede "reducir artificialmente la jornada de trabajo", pero es "aparte de lastrar la creación de empleo", "Y a nosotros en ese avión que decía, no nos interesa encender artificialmente el motor de la productividad y apagar el del empleo, lo que queremos es tener los dos encendidos para que las cosas funcionen por el orden natural", ha manifestado.

En relación a los mecanismos necesarios para arrancar el motor de la productividad, Doménech ha señalado que la productividad depende de la inversión en capital físico, en capital tecnológico y capital humano.

"Todo esto es acumulación y mejora de los factores productivos y luego una vez que tenemos más capital físico, tecnológico y humano, necesitamos utilizarlo de la mejor manera posible. Y esto es todo lo que tiene que ver con la productividad total de los factores y aquí nos ayuda obviamente las nuevas tecnologías", ha manifestado.

En este sentido, ha apuntado que, en ese aspecto, es ligeramente optimista porque cree que, a diferencia de otras revoluciones industriales, España y el País Vasco "claramente" parten "en mejores condiciones iniciales relativas con respecto al resto de países europeos que en otros retos del pasado" y ha apuntado que se está por encima de la UE en prácticamente todos los indicadores de digitalización, salvo en el capital humano necesario para las nuevas tecnologías digitales.

En relación con la productividad, ha indicado que hay "un efecto composición de libro", de manera que hay empresas y sectores en los que la productividad está "creciendo mucho". Según ha manifestado, ha mejorado la productividad en los últimos cinco años, pero, al mismo tiempo, se está generando empleo en muchos sectores y empresas con una productividad "por debajo de la media". "De manera que todo lo que crece por un lado, el efecto composición me lo lleva a cero, eso es lo que está ocurriendo", ha remarcado.

"OPORTUNIDAD ÚNICA"

No obstante, cree que hay una "oportunidad única" y ha señalado que en BBVA Research tienen una línea de trabajo de los efectos económicos de la inteligencia artificial sobre la economía, sobre la productividad y el empleo. Los resultados, según ha apuntado, es que los efectos sobre el empleo son "o neutros o positivos, aunque pueden ser muy desiguales dependiendo de las ocupaciones", por lo que no constatan que se destruya empleo a nivel agregado, sino que se crea y el efecto "es claramente positivo sobre la productividad".

"Por lo tanto, ahí tenemos una oportunidad enorme. De hecho, para muchas empresas no es una oportunidad, es una realidad, ya está ocurriendo", ha concluido.

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