Pero, ¿y si remontamos río arriba hasta llegar a un lugar donde reina la quietud y no hay más distracción que el sonido de los pájaros y el discurrir lento del agua? Llegamos a una parte del río en la que se puede advertir restos de las ‘lampreeiras’, una actividad clave en la economía de la ría por décadas. El paseo es tranquilo, sosegado, invita a la abstracción y a relajarse. Los pasos nos llevan a una Central Hidroeléctrica construida en 1932 bajo la dirección de Antonio Palacios, discípulo de Gaudí y creador, entre otras obras, del Palacio de Comunicaciones, actual sede del Ayuntamiento de Madrid. La Central es una muestra historicista que combina con elegancia las bases del arte románico llevadas a un estilo industrial de principios de siglo XX. Impresiona ver como el edificio no altera ni lo más mínimo el paisaje, y que, de hecho se integra de una forma armónica con él.
Dejando a un lado la Central, más adelante los pasos llevan a un puente colgante. Para algunos resulta un tanto intimidante, pues el leve balanceo impresiona, pero permite disfrutar de ambos lados del río, de ver discurrir las aguas en un vistazo en el que la naturaleza capitaliza todo el protagonismo. Es más, el puente une los términos de Noia y Outes. Merece la pena detenerse un instante y disfrutar de la quietud y calma del río Tambre. Conocer la importancia de la pesca de lampreas, admirar la fachada de la Central y su perfecta comunión con el entorno. Un lugar donde desprenderse de relojes y agendas... y dedicarse a contemplar la inmensidad de la naturaleza.
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