Sin embargo, los datos actuales cuentan una historia diferente. Según el informe Future of Jobs Report 2023 del World Economic Forum, se espera que para 2027 la IA y la automatización creen 69 millones de empleos nuevos. El resultado es una reducción menor del empleo, acompañada de una transformación profunda en las competencias requeridas. Además, el 75% de las empresas encuestadas planea adoptar IA en los próximos cinco años, priorizando la mejora de la productividad y el apoyo a la toma de decisiones.
"El debate no está en si la IA va a sustituir empleos, sino en cuáles son los nuevos roles que ya está generando y cómo las compañías deben preparar a su talento para asumirlos. Desde The Valley llevamos años viendo cómo las organizaciones que apuestan por la formación en negocio y tecnología están mejor posicionadas para adaptarse a esta transición. La IA no reemplaza a las personas, pero sí a aquellas que no saben usarla. Por eso, más que una amenaza, es una oportunidad de crecimiento para quienes sepan interpretar el cambio y liderarlo. Y en ese camino, la formación continua juega un papel decisivo: las universidades corporativas y los programas de lifelong learning son ya piezas clave en las estrategias de las compañías que quieren mantenerse competitivas. No se trata sólo de adquirir habilidades técnicas, sino de fomentar una cultura de aprendizaje constante que permita adaptarse a un entorno cambiante y liderar desde el conocimiento", afirma Juan Luis Moreno, Partner & Managing Director de The Valley Business & Tech School.
En este contexto, los expertos de la escuela de negocios y tecnología han identificado y desmontado algunos de los mitos más frecuentes sobre el impacto de la IA en las empresas:
1. "La IA destruirá millones de empleos y dejará a los humanos fuera del mercado laboral": la realidad es que la IA está automatizando tareas repetitivas y de bajo valor añadido, pero también está generando nuevas profesiones, muchas de ellas con una fuerte base tecnológica y otras con un marcado componente humanístico. Se demandan analistas de datos, diseñadores de experiencias algorítmicas, auditores de sesgos, especialistas en ética tecnológica o agentes de IA generativa. Para cubrir estas vacantes, las empresas están recurriendo a programas intensivos de recualificación profesional y a estrategias de aprendizaje continuo.
2. "La IA solo está al alcance de grandes corporaciones tecnológicas": en la actualidad, el acceso a la inteligencia artificial se ha democratizado. No es necesario disponer de grandes infraestructuras ni de equipos de científicos de datos para beneficiarse de ella. Herramientas basadas en IA generativa, automatización de procesos o motores de recomendación se están utilizando con éxito en pequeñas consultoras, centros educativos, tiendas online y agencias de comunicación. Lo que marca la diferencia no es la envergadura de la empresa, sino su capacidad de identificar casos de uso y formar a sus equipos en competencias digitales.
3. "La IA tomará decisiones sin supervisión humana y pondrá en riesgo la ética empresarial": el riesgo existe, pero no es inherente a la tecnología, sino a su aplicación sin criterio. Las organizaciones más avanzadas están estableciendo comités éticos, protocolos de validación humana de los resultados de los algoritmos y marcos de gobernanza que integran valores como la equidad, la transparencia o la trazabilidad. De hecho, en muchos sectores, los sistemas de IA deben pasar revisiones regulares de impacto ético y legal, igual que lo hacen los productos financieros o sanitarios. La supervisión humana es un pilar que no desaparece, sino que se refuerza.
4. "La IA eliminará la creatividad y la intuición humana en el trabajo": lejos de sustituir a las personas en tareas creativas, la IA actúa como catalizador. Gracias a ella, un profesional del marketing puede testar cientos de versiones de una campaña en tiempo récord, un ingeniero puede prototipar múltiples soluciones antes de construir, y un perfil de negocio puede analizar escenarios con mayor agilidad. La tecnología permite que la intuición y la creatividad se enfoquen en decisiones estratégicas, con más información y menos fricción operativa.
5. "La IA es una amenaza, no una herramienta": esta percepción parte muchas veces del desconocimiento o de una cultura organizativa basada en el control más que en la innovación. La IA, bien comprendida, es una palanca para multiplicar la eficiencia, anticiparse a riesgos y personalizar productos o servicios. Pero para que funcione como una herramienta útil, debe ir acompañada de formación, gobernanza clara y liderazgo digital. Las organizaciones que entienden esto no reaccionan con miedo, sino con estrategia.
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