Depósitos a plazo, depósitos estructurados, Unit Linked, derivados, criptomonedas… La enorme variedad de productos de inversión puede confundir a muchos consumidores. Sobre todo, si se comparan las rentabilidades sin valorar antes los riesgos asociados a cada uno. De ahí la utilidad del semáforo de riesgo de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) que ordena los 12 tipos de productos de inversión que hay actualmente en el mercado, de más a menos seguros.
Entre los productos más seguros para un pequeño ahorrador (semáforo verde) destacan cuatro:
1. Letras del Tesoro. Interés garantizado de antemano a 3, 6, 9 o 12 meses. Con respaldo del Estado y rentabilidad afín a los tipos de interés oficiales de la eurozona. Su interés está cayendo: la última subasta de letras a 12 meses, por ejemplo, ofrecía un interés bruto del 3,3%.
2. Cuentas de ahorro. Dinero siempre disponible. Eso sí, su rentabilidad varía a voluntad del banco. Su único riesgo es que el banco quiebre, en cuyo caso el Fondo de Garantía de Depósitos prestaría su cobertura hasta un máximo de 100.000. Las más interesantes ofrecen hasta un 3,7% de interés anual.
3. Depósitos a plazo. Aseguran un rendimiento conocido, a un plazo también conocido. No tienen obligación de permitir su cancelación anticipada, y los que lo hacen suelen castigarla con la pérdida de los intereses generados hasta la fecha. Mismo riesgo y garantías que las cuentas. Los mejores superan el 3% de interés anual.
4. Deuda pública. En España, el Tesoro emite bonos a 3 y 5 años y obligaciones a 10, 15, 30 y 50 años. El capital se recibe al vencimiento y mientras se va cobrando el interés periódico. Eso sí, si se necesita vender antes del plazo de vencimiento, podría tener pérdidas. ¿Los intereses? Las obligaciones a 10 años, por ejemplo, ofrecen un rendimiento que ronda el 3,4% anual.
Les siguen otra larga lista de productos de inversión, a menudo interesantes, pero más expuestos en el corto plazo a los altibajos del mercado. OCU opina que aquellos que puedan invertir a largo plazo, es decir que pueden esperar 10 o más años, no deberían sobrevalorar dichos altibajos. Y es que la rentabilidad podría fácilmente duplicar las anteriores sin por ello asumir un mayor riesgo, entendiendo por riesgo que los resultados medios obtenidos al final de ese plazo difieran del esperado (7 u 8% anual). Eso sí, algunos de estos productos se mueven en una zona de alto riesgo y conviene evitarlos o al menos conocerlos bien antes de contratarlos (semáforo rojo):
Derivados. Su valor depende de la evolución del precio de otro activo llamado “subyacente”, que puede ser un índice bursátil, acciones, renta fija, divisas, materias primas, tipos de interés, etc. A veces están poco regulados, sufren grandes altibajos, no siempre explicables, y pueden hacer perder mucho más dinero del invertido.
Criptomonedas. Son activos digitales que no equivalen a una divisa, pues no son universalmente aceptadas. Se compran y venden al precio que marca la fe depositada en ellas por los inversores. Son muy volátiles, carecen de respaldo y su riesgo es extremadamente elevado.