Nuestros pasos nos conducirán a la playa de Subiglesia, en Porto do Son. Caminando mientras miramos al mar, nos encontramos con la Iglesia de san Vicente de Noal. Aunque el actual templo data del siglo XVIII, sus orígenes se remontan al Románico, varios siglos antes. En un primer vistazo, destaca el esbelto campanario situado en el vértice de la fachada, sobre una peana cuadrada, es de dos cuerpos y remata con una cupulilla con pináculo.
Nuestra siguiente parada será en Noia. Dos son las iglesias que concentran todas las atenciones. Santa María a Nova, sede del Museo de Laudas gremiales, es un excelente ejemplo de arquitectura gótica mariñeira y ha sido declarada Monumento Nacional. Sus más de 500 lápidas ofrecen una radiografía de la historia y organización de la ciudad fantástica. El otro símbolo, la Iglesia de San Martiño, destaca por su fachada con un gran rosetón y las esculturas en la portada que representan escenas bíblicas. La iglesia es un reflejo de la prosperidad medieval de Noia, relacionada con el comercio y la navegación. Además, alberga tumbas medievales, lo que la convierte en un lugar de interés tanto histórico como artístico.
Outes puede presumir de importantes templos religiosos, como el de San Xoán de Sabardes. Consagrada por el Arzobispo Xelmirez en el año 1102 y encomendada a los monjes benedictinos, a día de hoy pervive la actual, que fue construida en el s. XVII con estilo Barroco. Las líneas puras y sobrias de la fachada chocan con el emblema de S. Martiño Pinario sobre la puerta. Naturalmente, su campanario es uno de los principales puntos de atención, dado sus ornamentos y detalles. En el interior, tres retablos dedicados a San Xoan Evangelista, Socorro y Santa Ana. Destaca también San Tirso de Cando, del s. XVIII. La iglesia tiene forma de cruz y los brazos menores se encuentran en la mitad del cuerpo. Esta peculiar construcción da lugar a espacios rectangulares en su interior. Por no hablar de su campanario, de cuatro cuerpos, decorada con placas, pilastras, pináculos y bolas, coronada por un cupulín.
En el concello de Lousame, si hay un templo que ejemplifica claramente el valor de la espiritualidad, es sin dudas San Xusto de Toxosoutos. La estampa es sencillamente ideal, levantada a los pies del río San Xusto, en otra época fue uno de los monasterios más importantes e influyentes de Galicia. El río regala postales mágicas, con fervenzas y rápidos de gran belleza, junto a una iglesia barroca con su torreón adosado a la izquierda. Un recordatorio de que allí se erigió un verdadero centro de influencia que traspasaba los límites de la Comunidad, llegando a Zamora e incluso a Portugal.
Por último, nuestro itinerario llega a Muros, donde espera una iglesia icónica, ejemplo también del gótico mariñeiro, que ha ido evolucionando a medida que crecía la ciudad, lo que la dota de una mezcla de estilos arquitectónicos. La Iglesia de San Pedro, que antaño fue conocida como la Colegiata de Santa María del Campo. Es un testimonio de la importancia de Muros como puerto pesquero durante la Edad Media y tiene un interesante retablo barroco en su interior. Es un lugar central en la vida religiosa del pueblo, siendo escenario de diversas festividades. También es interesante la hermosa plaza que conforma el atrio de la iglesia y en la que encontramos un cruceiro en el medio. Hay que destacar también su pila bautismal, pues cuenta con el dibujo muy característico de una serpiente de piedra en su interior que representa al mal dominado por el bien del agua bendita. Otra para obligada en Muros es el Santuario da Virxe do Camiño, que llegó a convertirse en un famoso templo al que concurrían los devotos en peregrinación y los marinos y atribulados con sus ofrendas para implorar el remedio a sus males.